‘El mejor de vuestros días es el viernes. Bendecidme abundantemente en él

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surrección serán los que más me han bendecido”.

Se narra en los Sunan de Abu Dawud, Al-Nasa’i e Ibn Mayah, de ‘Aws ibn ‘Aws, que el Mensajero de Allah (BP) dijo: ‘El mejor de vuestros días es el viernes. Bendecidme abundantemente en él, pues vuestras bendiciones me son presentadas’. Le preguntaron: ‘¿Y cómo te serán presentadas cuando no seas sino huesos cariados en la tumba?’, y respondió: ‘Allah le ha prohibido a la tierra corromper los cuerpos de los Profetas’.

Se narra en el Sunan de Abu Dawud, al final del libro sobre al-hayy (peregrinación) con referencia a la visita de las tumbas, de Abu Hurayra, que dijo el Mensajero de Allah (BP): “No hagáis de mi tumba un lugar de festividad, y bendecidme, pues vuestras bendiciones me llegarán donde quiera que estéis”.

Se narra también en esa obra, de Abu Hurayra, que dijo el Mensajero de Allah (BP): “Nadie me saluda sin que Allah me devuelva el espíritu hasta que le responde el saludo (salam)”.

Sobre bendecir al Profeta (BP) cuando alguien escucha que se lo menciona

Se narra en el libro de Tirmidhi, de Abu Hurayra, que dijo el Mensajero de Allah (BP): “Es humillado el hombre ante quien soy mencionado y no me bendice”.

En la obra de Ibn Al-Sani, con una cadena de transmisión excelente, se narra de Anas que dijo el Mensajero de Allah (BP): “Cuando soy mencionado ante alguien, que me bendiga, pues a quien me bendice una vez Allah lo bendice diez veces”.

Y en la obra de Tirmidhi se narra, de Ali ibn Abi Talib: “Es un ávaro aquél que no me bendice cuando se me menciona en su presencia”.

Enseña el Imam Al-Nawawi que cuando se bendice al Profeta (BP) hay que unir bendición y saludo (salat wa taslim), y extenderlo a su familia y compañeros.

La bendición en la súplica

Se narra en las obras de Abu Dawud, Tirmidhi y Al-Nasa’i, de Fadala ibn Ubayd: “Escuchó el Mensajero de Allah (BP) a un hombre suplicando en su oración sin alabar a Allah ni bendecir al Profeta (BP) y dijo: ‘Este se ha apresurado’... y luego enseñó: ‘Cuando uno de vosotros rece que comience con la alabanza a Allah, glorificándolo y enalteciéndolo, luego que me bendiga, y después que pida lo que quiera’”.

Se narra también en la obra de Tirmidhi que Umar ibn Al-Jattab dijo: “La súplica permanece en suspenso entre el cielo y la tierra y no se eleva hasta que no se bendice al Profeta”.
 
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