El hiyab y la corbata

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EL HIYAB Y LA CORBATA


Miguel Hagerty

¿SABEN por qué los iraníes chiíes nunca llevan corbata? Porque los imanes han decretado que el nudo de la corbata no es sino un símbolo de la cruz. ¿Absurdo? Lean, lean.

Quería abstenerme del debate del hiyab, pero últimamente algunos se han vuelto un poco imanes de Teherán. Como ocurre tantas veces, se trata de los sentimientos subyacentes de un tema de debate que, por hipocresía, no puede decirse en voz alta. Se trata, realmente, de intereses ideológicos que intentan ocultar prejuicios irracionales. Lo que me ha obligado a salir de este silencio, y dedicar una columna al asunto del hiyab, han sido dos intervenciones públicas de sendos personaje dignos de todo respeto y a quienes siempre he seguido con interés por la seriedad de sus planteamientos. Menos en el caso del hiyab.

El primero es Durán i Lleida y su intervención en Tengo una pregunta para usted hace poco. El segundo es la catedrática (UNED) y miembro del Consejo del Estado, Amelia Valcárcel (El País, 22 de octubre). Los dos recurren a la misma táctica retórica para atraer al personal hacia su perspectiva. Es un ardid fácil de desmontar por lo pueril del planteamiento.

Ambos recurren a la frase condicional como eje de su argumento en contra del uso del hiyab, pañuelo que, puesto de otra manera, hubiera servido perfectamente a Carmen Sevilla en La verbena de la Paloma; pero entonces nadie protestó. Funciona así en ambos casos: “Si el hiyab se emplea como símbolo de creencia personal, vale; pero si es símbolo de sumisión impuesto por el hombre, no vale”. Claro, dan por sentado lo segundo y tan panchos. La falacia se llama ‘razonamiento circular’ en Lógica.

Lo del político catalán tiene más delito porque tuvo delante a una musulmana –mucho más educada, respetuosa y culta que él– a quien sólo hubiera tenido que preguntar su opinión. No solamente no lo hizo, sino que le vino a ordenar, algo subido de tono: “¡Quítese el hiyab e intégrese usted!”.

El que se tendría que integrar es el político catalán puesto que, a todas luces, no se ha dado cuenta de que la sociedad española ha cambiado mucho desde la aprobación de la Constitución del 78; la misma que garantiza, sin ambigüedad, el uso del hiyab, del bikini o de un piercing en el ombligo con un Cristo de Dalí.
La Catedrática es aún más despistada en sus frases condicionales porque es evidente que no ha hablado con una musulmana en su vida, ni tiene la intención de hacerlo. Cegada por la hipocresía de un falso feminismo, piensa que España es un país laico (es aconfesional) que “no apoya a ninguna religión”. Ambos deberían leer la Constitución un día de estos.

Fuente: http://www.diariogranadahoy.com/188748_ESN_HTML.htm
 
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